La aventura del artista integral / La mirada transversal


La mirada transversal

“Toda mi obra es figurativa pero ninguna excepto los retratos, es naturalista. Mi trabajo se estructura en dos grandes líneas: Razón y Pasión, abriéndose paso entre dos mundos: uno sensual, lleno de materia táctil y de sentimiento, y otro más mental, lleno de enigmas y de ideas subyacentes.  Tres series animan cada vía. En Razón.

Ambiguo es una serie poblada de arquetipos que representan diferentes aspectos de lo humano, situados en realidades oníricas que juegan entre lo apolíneo y lo dionisíaco, es decir, en universos aparentemente ordenados y racionales, pero que al profundizar, como en cualquier realidad, todo se vuelve mucho menos lineal y claro. La lectura es libre, aunque los títulos ofrecen cierta orientación.

En la serie Filosofía, a través de un constructivismo muy personal, pretendo abordar las grandes cuestiones de nuestra percepción del universo.  Los “compartimentos estanco” en los que solemos encasillar cada realidad que percibimos son la forma en que estructuramos el universo. La sección aurea juega un importante rol, como “mágica” proporción presente en todo el universo.

Las nuevas gestalt se hunden en lo inconsciente. Con un lenguaje surrealista, cada cuadro pretende ser una invitación a viajar por un mundo de sueños en donde los objetos no son lo que esperamos que sean, elaborando una sintaxis

La otra ruta, como si fuera una bifurcación en el camino, propone obras de carácter más físico, pasional. En ella, pretendo llegar directamente a la sensibilidad del espectador, sin cuestionamientos ni subtextos. Las tres series que animan esta línea tienen un mismo hilo conductor: la búsqueda de la belleza en el objeto de pasión. Muchas cosas despiertan pasión, en mi caso el mar, las miradas y los cuerpos son las cosas que más me apasionan.

Muchos de estos cuadros pretenden alertar no solo al sentido de la vista, sino también al tacto, en donde la explosión de color es paralela a la del volumen, y ambas participan de la experiencia estética al mismo nivel.  

La aventura del artista integral

Las grandes tendencias del arte contemporáneo, nacidas del conceptualismo y del minimalismo, con sus procesos hacia la radicalización y su esfuerzo desesperado por perpetuar la originalidad, han surgido hace mas de 30 años y se han convertido en el arte “institucional y académico” de hoy en día, que es enseñado en las escuelas de arte, expuesto en las galerías, los museos y en las lujosas colecciones de las instituciones, y bendecido por el mundo oficial.

Existe sin embargo un divorcio evidente entre esas formas artísticas y el público.
Al decir de varios historiadores del arte, asistimos a un “neo manierismo”, pero nacido de las vanguardias y no ya del renacimiento. El arte contemporáneo que era un gesto de compromiso, de redescubrimiento, o de protesta contra el mundo, se ha vuelto una entidad cambiante, sin dirección precisa, en proceso de transformación constante y difícil a colocar entre las necesidades de una sociedad que le da sistemáticamente la espalda. 

Para el arte conceptual, es la reflexión sobre la obra, el “concepto” lo que importa, el proceso creativo más que el objeto artístico creado, y se vuelve un arte sin objeto -en el verdadero sentido del término-, lo que implica por consecuencia, una disminución de la exigencia técnica, casi un verdadero desprecio por la misma. Esto ya ha sido observado y criticado por los más importantes historiadores del arte como Gombrich y por los movimientos artísticos radicales como el “nuevo academicismo norteamericano”, que a decir verdad, parece situarse en el extremo opuesto. 

A causa de sus limitaciones auto impuestas, el arte “conceptual” contemporáneo encuentra cada vez menos respuestas visuales o soluciones espaciales y se acerca cada vez más de la literatura y del ensayo, al tiempo que se aleja de las artes plásticas. Una crítica se alza entonces sobre la validez de ciertos recursos artísticos que forman parte desde hace mucho tiempo del stablishment de museos y galerías, pero se trata de recursos que parecen haber perdido la capacidad de transmitir ideas más allá de la moda. 

Yo me propongo en ese sentido, recuperar el objeto plástico en sí mismo, guardando el misterio de su fabricación, su capacidad de ser sensual y seducir. Yo quiero reposicionar en primer plano a la obra en tanto que producto final y acabado, y de reconducir la búsqueda, la investigación de artista y sus experimentaciones al recinto del taller. Quisiera devolverle al público una especie de magia que dejaría de fascinar si se mostrara el truco, es decir, el proceso de creación.

Mi objetivo no es sin embargo recuperar la pintura tal como era concebida hasta las vanguardias, que identifican al artista con un estilo determinado, como una grifa pegada a un producto. En esta exposición el visitante vera obras realizadas en diferentes técnicas que abren vías a varios “estilos”. Esto no es casualidad, bien al contrario es lo que pretende ser.

“Un solo sistema de no es ya suficiente para describir el universo”.”La realidad es tan vasta que no puede explicarse por un solo sistema de descripción”, según los científicos. Mientras que la física nos explica el universo palpable, la microfísica nos describe el universo subatómico y los dos, siendo tan diferentes, son válidos y necesarios. La física contemporánea nos habla de universos totalmente diferentes, coexistiendo no paralela, sino inextricablemente unidos, interdependientes. 

Si esta noción es válida para el universo material, por que no valdría para el universo de las emociones, para el universo del alma y por ende del arte? Por qué deberíamos obstinarnos en una visión unívoca donde cada artista debe tener una y una sola voz, un solo lenguaje propio y único? Tengo tendencia a asociar la necesidad de un estilo a una cuestión de egocentrismo, a la vanidad del artista que se ha hipertrofiado a lo largo de los anos. Muy frecuentemente el estilo se ha vuelto aún más importante que la obra en si misma. Hemos creído durante mucho tiempo que para ser artista un pintor debe ser reconocido de primer golpe de vista por su estilo bien definido. 

Mi objetivo es completamente otro: yo pretendo explorar sin pausa nuestra multiplicidad, la capacidad de pluralidad en nosotros. Propongo interpelar al espectador, instalarlo delante de su propia complejidad, delante de su propio universo multiforme a través de una propuesta artística polimórfica tal como otros lo han hecho ya, entre otros por ejemplo el alemán Richter a quienes los críticos calificaban de “camaleón” a causa de su falta de estilo definido pero que aplaudían entusiastas. 

Adoptar un estilo y exprimirlo hasta sus últimas consecuencias constituye una vía de exploración, pero no es, sin ninguna duda, la única. Desde mi punto de vista esa metodología tiende a encadenar la creatividad dentro de reglas extremadamente estrictas y entorpece la expresión de toda la versatilidad y la riqueza posibles.
 
Yo creo que esta visión del arte es consecuencia directa de la filosofía moderna, que desde el renacimiento pregona la racionalidad, la atomización del conocimiento y de la técnica, la especialización como la única vía valida de acceso a la “verdead”, (Descartes) y al especialista, ese exótico personaje que sabe casi todo de casi nada, como su resultado inevitable. Por el contrario, pienso que marchamos, como sociedad, hacia una visión más holística, que integra mucho más la diversidad y la complementariedad, donde la verdad se vuelve evanescente, inalcanzable, y si existe una, ella nacería más de la diferencia que de la similitud. Son curiosamente las ciencias duras y no la mística trascendental las que nos llevan por estas vías. No pretendo otra cosa que hacer resonar en el conjunto de mi trabajo, como un eco persistente, este tiempo de transformaciones profundas donde el arte es llamado, como siempre lo ha estado, a romper los esquemas de lo esperado. 

Cuando eso es comprendido, se entenderá también que la pintura no es suficiente. Dentro de esta nueva concepción del arte, debemos explorar también otros dominios artísticos, y pretendo ser coherente con mi propuesta. Es por ello que hago música, que tengo 103 canciones escritas, de las que 48 ya se encuentran grabadas y algunas editadas en Uruguay. 

Es por la misma razón que obtuve mi diploma en la escuela de teatro La Gaviota en Montevideo, y que participé como actriz o directora en la puesta de varias piezas teatrales. Es en el mismo espíritu que publiqué un pequeño libro de poemas “Balada en Re menor”, y que preparo actualmente la edición de mi primera novela “Anomalía, una estación en el viaje”. 

Se dice que “quien mucho abarca, poco aprieta”, que corremos el riesgo de rozar apenas la superficie sin comprometernos a fondo, sin embargo, el esfuerzo de hacerlo es indispensable. En mi caso particular, he decidido separar mis investigaciones por períodos: durante ciertos meses o años, trabajo sobre la música, cuando logro obtener un producto artístico satisfactorio, me pongo a explorar la pintura, y luego recomienzo. Pero es normal que mientras que creo una canción, un arreglo, o que estoy tocando la guitarra, ideas plásticas invaden mi espíritu. Encuentro que hay cosas que no puedo decir de otra forma que no sea por medio de colores y viceversa, puede que buscando un color y que en ese momento me de cuenta de que no puedo decir lo que quiero sino a través de una melodía…

Consagrar toda una vida a una sola cosa para llegar a un objetivo cualquiera es una forma de pensar que nace directamente de la mentalidad “moderna” y de su idea disciplinaria. Durante el Renacimiento a nadie se le hubiera ocurrido. Leonardo era a la vez pintor, arquitecto, científico, músico; Bruno era filósofo, dramaturgo y astrónomo; Vasari era músico, pintor y escritor. Podríamos continuar enumerando casos similares. A lo largo de todos estos siglos, hemos visto cómo diferentes artistas y científicos han encontrado la riqueza de su espíritu en la diversidad de la expresión: conocemos a Tagore por su literatura, pero podríamos conocerlo como músico o pintor, conocemos a Einstein como físico, pero podríamos conocerlo como el violinista genial que también supo ser. Esta actitud a sido individual, casi instintiva pero en absoluto articulada y explícita, salvo por los humanistas que jalonaron el Renacimiento. 

Reencontrar este espíritu, eso es lo que propongo. 

Actualmente, mientras que todo parece haber sido ya hecho, donde el arte se encuentra en una especie de callejón sin salida, una especie de Renacimiento se nos muestra como indispensable. Nuevas ideas sobre el arte y el artista deben ser formuladas. 

Desde mis comienzos en el arte, he encontrado gente que se siente mas atraída por mis canciones que por mis cuadros, por un personaje actuado en una obra que por mis libros y viceversa. Los invito aquí a descubrir un trabajo plástico-musical-literario producto de más de 15 años de búsqueda. 

Se puede tener más talento para una cosa que para la otra, ciertamente, pero es el público quien debe juzgar. Yo creo que el artista, en cuanto a él mismo, debería buscar en su interior su propia diversidad, su capacidad de ser múltiple, de hablar muchos lenguajes artísticos diferentes, de ser en fin, un artista completo, integral, porque su objeto no debería ser una técnica, una expresión puntual del alma, ni una disciplina, su objeto es, desde mi punto de vista, la sensibilidad humana, donde sea que ella se manifieste. Sé que mis ideas son controversiales y discutibles, les propongo exactamente eso: observar, repensar, y discutir.




2 comentarios:

Anonymous dijo...

Me interesa mucho tu planteo sobre el arte. ¿Donde podría profundizar? ¿Tienes algo publicado más amplio?

Anonymous dijo...

Su planteo es controversial, pero muy interesante. Al menos es algo realmente diferente dentro de un universo artístico un poco chato hoy en día y con pocas ideas nuevas. Felicitaciones y siga así

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